Pilar Reguera: "Toda expresión artística es válida, hay que aprender a empatizar y deshacernos del juicio"
junio 29, 2017 | Publicado por: Patricia Merello Guzmán
Fuera de la
estructura de las escuelas de arte, emerge un potencial creativo oculto en el
interior de las mentes de algunos individuos. La genialidad de aquellas
personas marginadas de la sociedad, ya sea por enfermedad mental, pobreza o
discapacidad cognitiva, se plasma en las obras que representa el denominado arte
Outsider. Pilar Reguera Vázquez, alumna
de la Escuela de Terapia Gestalt Sal de Jerez, explica que este movimiento acoge las creaciones de “personas
con dificultades de integración en la sociedad que les ha tocado vivir. Y que
no tienen ni han tenido contacto o formación artística alguna, siendo sus obras
genuinas creativamente hablando por el uso de técnicas, materiales y expresión
en la ejecución de las mismas”.
Desde principios
del siglo XX manifestaciones de todo tipo se introdujeron en las salas de
exposiciones y galerías. La atenta mirada de lo establecido observaba
escandalizada como presos, discapacitados mentales e individuos rechazados
socialmente tenían hueco para mostrar la expresión de sus entrañas. Inquietudes
y deseos daban vida a nuevas obras. “Así Dubuffet en 1945 definió el art Brut como el arte realizado por
personas ajenas al mundo artístico, y para eliminar la etiqueta de arte realizado
por enfermos mentales”, comenta Pilar Reguera, licenciada en Bellas Artes por
la Universidad de Sevilla. El arte, en todas sus formas, no solo se concibe
como un resultado estético sino que su proceso de elaboración conlleva una serie
de beneficios en las personas. En casos de autismo o Síndrome de Asperger, que impide la plena comunicación
verbal, “ayuda a expresar las emociones, sentimientos y pensamientos, es una manera
de decir lo que se siente sin necesidad de palabras”, señala. Además, añade que
es un fantástico medio de comunicación.
Del mismo modo,
los jóvenes mejoran su salud mental a través del arte ya que les ayuda a sacar
al exterior lo que les preocupa en su interior. “Poner fuera la causa de
nuestro dolor para así poder verlo y reconocerlo. Nos ayuda a tomar conciencia
de la emoción o de la falta de ésta, de los daños que tenemos y es una forma de
pedir ayuda sin saberlo. De contar lo que te rompe, quien te rompió o te dañó”,
expone Pilar Reguera.
En la
actualidad, estos artistas autodidactas tienen mayores posibilidades para mostrar
al público sus obras cargadas de imaginación. Es el caso de la celebración del I Congreso Nacional de Arte y Salud Mental organizado por la FAISEM (Fundación
Pública Andaluza para la Integración Social del Enfermo Mental), la Facultad de
Bellas Artes de la Universidad de Sevilla y el Servicio Andaluz de Salud, en el
que participaron psicólogos, arteterapeutas, artistas e investigadores, entre
ellos Pilar Reguera. Con respecto a la recepción de este tipo de obras, la experta considera que “toda expresión
artística es válida, para poder comprenderla hay que aprender a empatizar y
deshacernos del juicio. Aprender a mirar limpiamente”. Asimismo, apunta que la
labor de difusión es importante para mostrar a la sociedad que este arte es una
cara más del mundo en el que vivimos.
Con una sociedad
cada vez más sensibilizada, “no creo que las obras sean juzgadas por quien las
hace, normalmente vemos la obra y no sabemos nada del artista. Las obras
generan rechazo en cuanto nos muestran algo que rechazamos en nosotros mismos y que por tanto somos incapaces de
aceptar en el otro”, opina la experta.
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