Miriam Alonso: "Cuando Educación ya no es aprender, sino aprobar, pierde su esencia"

diciembre 03, 2016 | Publicado por: Nerea Marín

"Nuestros hijos dedican tiempo en hacer los deberes, pero eso no significa menos horas de juego ni menos cenas familiares". Esa es la opinión, contraria a IKEA, de Miriam Alonso Lora, licenciada en Filología Francesa y docente de tal idioma en el I.E.S Axati de Lora del Río (Sevilla), que confiesa que "la docencia es mi pasión y no me imagino dedicándome hoy en día a otra cosa".

Los alumnos de Infantil aprenden de forma constante en la escuela. De hecho, se podría decir que llegan a casa eufóricos del colegio, sintiéndose realizados y dichosos, porque han compartido la mañana con sus compañeros en clase aprehendiendo. Sin embargo, esta actitud positiva empieza a cambiar. "Primero y segundo de Primaria es un periodo de transición de Infantil, pero en tercero hay un profundo cambio", señala la filóloga francesa. 
El popular dilema sucumbe a los alumnos: ¿Qué entra en el examen? Ya no se prioriza atender y adquirir conocimientos, sino que todo se reduce a las calificaciones. "De coger fichas para colorear y rellenar pasan a tener libros solamente para leer y estudiar, y cuadernos donde tienen que escribirlo todo", explica Miriam Alonso y añade "se dan de bruces con algo a lo que no están acostumbrados, se les presenta sin preaviso uno o dos exámenes a la semana y tareas para casa; y los niños se agobian con ese cambio".
En la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) se acrecienta aún más, llegando a ser los exámenes incluso algo obsesivo para muchos jóvenes. Según la docente es "el primer batacazo de la enseñanza", ya que "la educación ya no es aprender, sino aprobar, y todo pierde su esencia". Sin embargo, se suma otro inconveniente, a esta edad llega la pubertad y muchos dan la mano al absentismo y no terminan sus estudios. Asimismo, según la profesora, "a secundaria llegan niños con muchas carencias, algunos de ellos han pasado seis años en primaria y no saben leer y escribir". Además, otro de los problemas que señala la filóloga francesa es "vivir una pubertad temprana y obligatoria". La docente explica que los niños salen de sexto de primaria y entran en el instituto y conviven con jóvenes de doce años, pero también con personas mayores de edad que estudian ciclos formativos.
Aunque, la principal debilidad del sistema educativo, según Miriam Alonso, es que "legislan personas que no están en un aula y que no hay financiación suficiente para que esas leyes se puedan poner en marcha". Dos polos dentro de los que existen otros muchos matices. En España, "mientras sigan siendo políticos y personas que no están en el aula las que legislan y decidan cómo deben trabajar los docentes, la enseñanza continuará dando palos de ciegos", puntualiza Miriam Alonso. La última reforma educativa, "lo que ha hecho es ampliar hasta el infinito el tema burocrático, que nos quita tiempo y no nos deja hacer bien nuestro trabajo".
"Con 25 o 30 niños en la ESO en un aula por mucho que quieras no tienes tiempo ni das la calidad que te gustaría a tus alumnos, pero lo intentas, haciendo todo lo posible y más para que ellos aprendan", sostiene Miriam Alonso y defiende que "esto no está peor porque el capital humano, que somos los profesores, nos empeñamos en que a pesar de todo siga funcionando".
La normativa y los recursos educativos del centro influyen en la enseñanza; pero como aclara Miriam Alonso "un profesor puede hacer que una asignatura odiada la adores, o que una asignatura que te haya apasionado la odies". Haciendo un símil, la filóloga francesa explica que "un colegio es como una empresa hay trabajadores que van a ganar dinero, pero también hay otros que vivimos por y para esto".
Hay conocimientos que se memorizan, pero además, hay otros que se adquieren con el uso y la práctica. Por ello, según Miriam Alonso, "las mecánicas de aprendizaje no deben anclarse a la monotonía sino que deben estimular la proactividad, innovando y reciclando, cogiendo lo bueno que tienes hoy sin desechar lo que funciona". Aunque, no todas las asignaturas permiten poner en marcha las mismas actividades pues, como indica la filóloga, "los recursos que puedo usar en una clase de 'Francés' no son los mismos que en 'Física y Química' por lo que, a principio de curso, cada departamento hace una programación de la asignatura y, luego, cada profesor adapta esa programación a su aula".

Nacemos con la capacidad innata de pensar, pero no siempre se pone en práctica. Robert Swartz dijo que "la escuela mata las ganas de aprender y pensar". Por su parte, Miriam Alonso afina en que "hoy en día es así en un 80% de los casos". 
La filóloga confiesa que el secreto está en el equilibro, pero conseguirlo no es sencillo pues, "todo no se puede aprender jugando, hay clases muy amenas y hay clases que más teóricas". Aún así, según la profesora "la docencia hoy en día o es vocacional o es torturacional". Pero, ¿todos los alumnos son iguales? ¿Todas las familias y entorno son iguales? ¿Todos los docentes son iguales? ¿Todos los centros educativos son iguales? ¿Todas las leyes que han formado parte del sistema educativo son iguales? Como dijo Ortega y Gasset "yo soy yo y mi circunstancia". Son muchos factores los que entran en juego en la educación, pero siempre se cambian variables, para convertir coeficientes constantes, es decir, para que cada alumno con sus circunstancias aprenda pues "formar a personas autodidactas, autosuficientes e independientes, que sepan razonar, hacer críticas constructivas y cuestionarlo todo, para así valorar y debatir con argumentos; es el objetivo de la enseñanza", explica Miriam Alonso. De secundaria, los jóvenes salen con un título que certifica que están preparados para incorporarse de modo eficiente a la sociedad, por eso, "los profesores debemos exigir y a la vez facilitarles las herramientas necesarias para que tengan un criterio propio sobre las cosas. Por tanto, tenemos que enseñarles a pensar", concluye la filóloga francesa.
La educación es un tema complejo, sea educación de familia a hijo o de docente a alumno. Dos cabezas saben más que una, por eso profesorado y padres deben aliarse. En caso de desacuerdo, "existen las tutorías, donde padres, madres o tutores pueden conversar con el profesor y exponerle su disconformidad", aclara Miriam Alonso.
Los docentes en el aula establecen normas básicas de convivencia, "si tu hijo recibe amonestaciones disciplinarias por mal comportamiento habla con tu hijo para que te explique lo ocurrido; luego, acude a tutoría para informarte de la problemática desde la perspectiva del docente, dialogando desde el respeto, sin quitarle autoridad". Según la filóloga, "a veces, protestamos por cosas irrelevantes" y manifiesta que hay "circunstancia denigrantes que viven los alumnos" por las que manifestarse como "no tener papel en los baños ni folios en el aula o que un profesor se lleve casi un mes de baja y los alumnos pierdan esas clases sin ser recuperadas; no porque los niños tienen muchos deberes".
Familia y escuela deben luchar por un mismo propósito que no es más que preparar a los jóvenes. Integrar actividades educativas en el contexto familiar es ideal, al igual que lo es que docentes atiendan en educación emocional. La clave está en sumar nunca en restar y menos si se trata de educación. Familia y escuela deben "trabajar juntas en el desarrollo cognitivo de los jóvenes, poniendo a su alcance todo lo necesario para la adquisición de competencias, nunca para rivalizar, pues ellos son nuestro futuro", apostilla Miriam Alonso.

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