Sofía Alonso Díaz: Los adolescentes deben tener las herramientas necesarias para afrontar la vida del adulto
Publicado por: Nerea Marínjunio 15, 2018
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Ponerse los zapatos de adulto no
es lo mejor para un niño. Quizás por eso existe un periodo que se conoce como adolescencia
para experimentar un proceso de transición donde cada persona retrata su
personalidad, dejando de ser niños para convertirse en adultos. Y, ese proceso
no es igual para todos.
Sofía
Alonso Díaz, psicóloga especializada en terapia cognitivo conductual por la
Universidad de Huelva y el Instituto superior para estudios psicológicos (ISEP),
afirma que la pubertad es la etapa de preparación para la vida adulta y todo lo
que esa etapa les va a exigir y, en consecuencia, cada vez tienen más
responsabilidad en las obligaciones.
La adolescencia implica dejar de mirar hacia un lado para mirar hacia
adelante. Desde un punto de vista psicológico, Sofía Alonso sostiene que “es muy importante que en la adolescencia se enseñen
todas las herramientas que son necesarias para afrontar una vez que acaba”,
afirma la psicóloga que desarrolla que “el sujeto va asumiendo cada vez más
responsabilidades” y, además, “el entorno, poco a poco, le demanda más y él
tiene la necesidad de que se le vea como individuo autosuficiente”.
No toda ayuda vale y menos en la
adolescencia, una etapa donde hay que ayudarles a crecer y enseñarles a vivir. Implicada
en otras actividades y voluntariados— como Asociación Síndrome de Down de
Sevilla y Provincia (ASEDOWN), Feproami, Escuela Inclusiva de Actividades
Ecuestres en Sevilla (EQUITEA) y Asociación Laboral Huelva Activa—, esta psicóloga vocacional se
describe como “la típica persona que antes de estudiar psicología, ya tendía a
ese rol”, ya que el ser tratada por psicólogos que, como cuenta, “lejos de
hacer una gran labor veía que estaban de pega", le sirvió de motor para
plantearse esta profesión, confesando que “siempre sentí admiración por la psicología
pero no por el psicólogo”.
Contar
con el seguimiento de grandes profesionales es un factor vital. Los jóvenes empiezan a avivar necesidades de
adulto sin abandonar ciertas conductas infantiles y la influencia de su entorno
le repercute, llegando a tomar figuras de adultos como modelo a seguir y
tomando determinadas conductas, impulsados por la imitación.
Ello implica que tenga necesidades pero que aún no sepa cómo
demandarlas o cómo asumirlas. Sofía Alonso apunta que “todo necesita un tiempo
de adaptación”, explicando que los adolescentes deben “adquirir las
herramientas necesarias para afrontar la vida del adulto y si esas herramientas
no se han dado en la cantidad justa y de la forma correcta, el resultado puede
ser un adulto con faltas de muchas cosas para afrontar la vida y las
situaciones que se le vayan dando”.
VAIVENES EMOCIONALES
Escasa motivación, tristeza, mal humor, pérdida del apetito e
incluso insomnio son estados que suelen resultarles familiares a un adolescente. A veces, la educación tradicional de crecimiento intelectual hay que complementarla con el desarrollo personal y social. De hecho, ante los constantes cambios de ánimo, con subidas y bajas, es difícil detectar
dónde está el límite de un problema para acudir a un profesional.
Sin embargo, hay determinadas conductas que son disruptivas. En concreto, la psicóloga Sofía
Alonso señala comportamientos como “la intolerancia a la frustración, baja autoestima,
agresividad o incapacidad para obedecer las normas de casa”. En estos casos los
vaivenes emocionales deben ser tratados en terapias para que así se ponga en
marcha un proceso dinámico y parte de un sistema integrado por un equipo
profesional que aúna esfuerzos alrededor de una meta y una persona con
limitaciones, con vista a desempeñar una función activa dentro del proceso, que
involucra, además, factores externos, económicos, sociales y culturales.
Asimismo, centrándose en el hogar, la psicóloga sevillana enumera
otras conductas como ”la falta de comunicación entre el adolescente y su familia y la falta de empatía hacia lo que le rodea. Y, por último, inestabilidad
emocional, incapacidad para llevar a cabo las responsabilidades que le atañen y
conducta desadaptativa dentro y fuera de casa”. En este sentido, las terapias
familiares tienen numerosas ventajas ya
que, como afirma la psicóloga Sofía Alonso, “mejora la comunicación y la percepción de
apoyo, y crea un vínculo más cercano entre el adolescente y sus familiares,
reforzando la sensación de pertenencia a un grupo”.
El objetivo principal de estas terapias basadas en mediación
familiar es mejorar la calidad emocional del menor y a la vez aumentar la
seguridad en aquellos que han perdido la motivación por diversas cuestiones. Sofía Alonso opina que “una estructura sólida
familiar, un vínculo apropiado, una percepción de seguridad y un correcto
establecimiento de límites son cruciales para que los adolescentes no se sientan
difusos en inseguros a la hora de tomar decisiones y, por consecuencia, afectará de manera directa a
sus emociones y a su motivación a la hora de ejecutar”.
TERAPIAS FAMILIARES
En las terapias los adolescentes realizan juegos y otras
actividades lúdicas en conjunto para poder aprender y cambiar las actitudes
negativas (agresión, nervios, ansiedad) por positivas. Pero, hay un paso previo a ello que es
quizás el más importante, según Sofía Alonso, la sesión psicoeducativa. Como
define la psicóloga se trata de “explicar el problema al adolescente y a la
familia para que sepan de qué se trata y cómo se debe afrontar”.
En esta fase detalla Alonso que “habría que trabajar tanto con el
adolescente por un lado como con los padres las técnicas de resolución de
problemas y modificación de conductas mediante reforzamiento positivo o
negativo”. Algo fácil de decir pero no tan sencillo de poner en marcha. Por
este motivo, la psicóloga comparte los siguientes consejos para los
responsables del menor:
- Establece límites claros y no difusos.
- No te contradigas. Por ejemplo, dando dos órdenes diferentes al mismo tiempo: “Limpia tu cuarto ahora. He dicho que ayuden a tu hermano a fregar los platos”.
- No te guíes por impulsos. Usa un tono calmado, evita los sobresaltos y no pierdas el control.
- No seas impaciente, todo requiere tiempo. Las conductas negativas no pueden desaparecer al instante.
- Escuchar activamente. Es tan importante el ruido como el silencio, sobre todo, en un adolescente. Por eso, hay que prestar atención a lo que dice y a lo no dice un menor.
El concepto de terapia se ha dignificado. Recibir terapia no es
signo de debilidad más bien puede ser motivo de madurez. Por eso, los tutores
además de establecer límites, también deben saber dejar el espacio que les
corresponde a los menores y evitar la sobreprotección, expone la psicóloga. Por
ello, Sofía Alonso enumera algunas recomendaciones para todos aquellos
valientes adolescentes rompan barreras a
la hora de pedir ayuda, y saquen
todo el provecho posible a sus sesiones de terapias:
- Aprende a demandar las cosas de forma correcta.
- Recuerda que los derechos van anclados a las obligaciones. Al igual que maduras para tomar decisiones, también lo haces para afrontar las responsabilidades.
- Refuerza la comunicación con la familia.
- Aumenta la autonomía y la autoestima.
- Ábrete más: identifica y expresa las emociones.